Para la Iglesia católica, el 15 de agosto es un día especialmente significativo. Hoy no solo se celebra la entrada de la Virgen al Cielo, sino la aceptación por parte de la misma de que había llegado su momento de reunirse con Jesucristo, siguiendo sus mismos pasos. Es por ello que se considera que la asunción de María es una muestra de esperanza y fe en su hijo.
Sin embargo, la asunción de la Virgen y la ascensión de Cristo no representan el mismo acontecimiento. Para la religión católica, la diferencia reside en un rol de poder, ya que Jesús, al ser hijo directo de Dios, pudo ascender él mismo a los cielos. Sin embargo, la Virgen tuvo que ser ascendida por los ángeles hasta allí al carecer de ese halo de divinidad. El episodio de la Asunción es uno de los más recordados en la vida de María, junto con la Visitación y la Concepción.
Los escritos conmemoran este momento como el de la despedida de la Virgen de su vida terrenal y su elevación (en cuerpo y alma) a los cielos. Esta es la creencia que aparece recogida en el De Obitu S. Dominae (siglo IV-V), así como en el libro Transitu Virginis. Fue San Gregorio de Tours el primero en mencionar este episodio en uno de sus sermones en Occidente. Pero hoy en día, este acontecimiento es acogido también en Oriente y, según manifestó Benedicto XIV (De Festis B.V.M., I, viii, 18).
La Asunción de la Bienaventurada Virgen María, también nombrada como Virgen del Tránsito por su paso a la otra vida, fue definido como dogma de Fe —una verdad que se considera irrefutable revelada por Dios y a la que econocen las sagradas escrituras— por el papa Pío XIII el 1 de noviembre de 1950, quien lo describe como el fin «del curso de su vida terrenal, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria del cielo». Según los escritos, la resurreción solo se produce al final de los tiempos, es por ello que se considera un privilegio que a María se le concediera ese honor.
Para la Iglesia católica este dogma significa el acercamiento de los creyentes a Cristo, en cuanto a que María, una mujer de raza humana y sin naturaleza divina, fue ascendida al Cielo; un gesto que se considera como la anticipación de la propia resurrección de los fieles.