Un vino de altura salteño que llega a China, el Reino Unido y Estados Unidos

A 180 kilómetros de Cachi, en Salta, una familia llegó desde Avellaneda para comenzar una nueva vida lejos de la ciudad.

Un vino de altura salteño que llega a China, el Reino Unido y Estados Unidos.

En la inmensidad y la altura de la precordillera, en el Alto Valle Calchaquí, a 2490 metros sobre el nivel del mar, un proyecto familiar elabora vinos de altura extrema en el jardín de su complejo de cabañas. Se trata de uno de los diez viñedos productivos de mayor altura en la Argentina y del mundo, y está en el departamento de Cachi, a 180 kilómetros de Salta.

El clima seco, la escasa nubosidad y el bajo nivel de precipitaciones dan como resultado un extraordinario nivel de sanidad del viñedo. La gran amplitud térmica (20°) prolonga el ciclo de maduración de las plantas y disminuyen su rendimiento, obteniendo un fruto de gran concentración.

Marcela Canals y Carlos Urtasun en uno de sus frecuentes viajes a los valles, descubrieron un terreno a ocho kilómetros Cachi, rodeado de una belleza inspiradora. De inmediato decidieron iniciar allí, en un paisaje natural único, un emprendimiento: las cabañas y bodega Miraluna.

Carlos Urtasun nació en junio de 1952 en Sarandí, Avellaneda, provincia de Buenos Aires, «donde las calles eran de tierra y todavía podíamos ir a pescar ranas en el arroyo», cuenta.

Hijo de inmigrantes vascos e italianos. su familia fue una de las fundadoras del club Arsenal, junto a los Grondona, frente a la casa familiar de Carlos. «Ahí me crié, con mis hermanos y el fútbol. Yo jugaba de volante derecho», recuerda. «Cuando murió mi papá sentí que ya nada me ataba a Buenos Aires. Con 40 años, una vida dedicada al negocio y al fútbol, partí para Salta. Podría haber tenido otro destino, en Buenos Aires seguramente, pero con mi mujer, Marcela, decidimos venirnos a Salta en1992, a la localidad de Vaqueros, cuando, para comunicarnos, todavía había que esperar una hora para que te llame a la única operadora telefónica que había en la zona», recuerda.

La pareja quería estar en sintonía con el medio ambiente «y que los chicos pudieran también tener una vida más sana. Cuando Lucas, mi hijo, comenzó la secundaria, no lo pensamos más y decidimos venirnos. A los pocos meses ya nos habíamos instalado en este lugar», cuenta.

Tuvieron la oportunidad de comprar un terreno grande, donde construyeron cabañas que complementaban con la actividad agrícola. Pero con los años entendieron que resultaba muy complejo mantener ambas actividades y eligieron cambiar a un cultivo de ciclo anual.

Producción

En 2007 plantaron sus primeras vides: una hectárea de Malbec y uvas de mesa para comercializar como pasas. El resultado fue mucho más de lo que esperaban.

En esa época prácticamente no había casi viñedos en el lugar. Hoy en día la bodega cuenta con plantaciones de Malbec y Merlot, dispuestas alrededor del complejo de cabañas. «Empezamos con el Malbec, que lleva 8 a 12 meses de paso en barricas de segundo uso y casi un año de estiba. Seguimos con el que a nuestro juicio es la estrella de la bodega. el Merlot, cuyas plantas tardaron cinco años en dar fruto. El vino se guarda en barricas durante 12 meses y se refresca antes de embotellar con un poco de la última cosecha. También está el Miraluna Reserva Malbec, que pasa 12 meses en barrica nueva de roble francés y otros 12 en estiba en botella», dice el empresario.

La bodega elabora unos 30 mil litros al año y sus destinos de exportación son China, Estados Unidos y el Reino Unido.

«Nuestro viñedo es nuestro jardín. Lo observamos de forma constante. Lo diseñamos en armonía con el paisaje, sin quitar árboles ni plantas nativas preexistentes», asegura Urtasun.

Cuentan con un sistema de riego por goteo, una sala con unas 40 barricas y una embotelladora propia, que adquirieron junto con otros pequeños productores de la zona, con los que conformaron una cooperativa. «Desde el principio nuestro objetivo fue aprovechar las condiciones únicas del lugar para hacer un vino diferente», agrega.

Con el tema de las heladas que generaron cuantiosas pérdidas a los productores en distintas provincias del país, dice que «por suerte no nos afectaron mucho. Calculamos perdidas por un 10% , pero veremos la realidad cuando sea época de floración. De todas maneras, como fue tan intensa para otros productores la sacamos muy bien», asegura Urtasun.
Fuente: Quepasasalta.com

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