Lo advierten estudios científicos que la señalan como una de las 100 especies invasoras más peligrosas del planeta. Fueron introducidas en Salta hace 70 años desde el hemisferio Norte y degradan el ecosistema.
La historia de la introducción de la trucha en aguas salteñas comienza hace unos 70 años cuando se creía, erróneamente, que este tipo de práctica mejoraría la calidad de los ecosistemas. “Las especies exóticas son especies introducidas en un ambiente originarias de otro ecosistema. El problema es que alteran todo su funcionamiento y pueden degradarlo hasta extinguirlo. La trucha, que es un salmónido, pertenece a una familia de peces originaria del hemisferio Norte. No es originaria de América del Sur y es una de las 100 especies más invasoras, según la Unión Internacional por el Cuidado de la Naturaleza. Están entre los seres vivos más dañinos”, explica a Infobae el ictiólogo Felipe Alonso, becario post doctoral del Conicet del Instituto de Bio y Geociencias del NOA.
Este pez ya ha generado varios trastornos en especies que están al borde de la extinción, como la mojarra desnuda. A pesar de eso y del hecho de no ser peces nativos, en la zona de La Poma se celebra hasta un festival de la trucha: “Todos los años se hace el festival provincial de la trucha, que es muy interesante en términos culturales, pero es un error fomentar la protección. La Poma está dentro de un área protegida con todas sus particularidades biológicas y si esas especies endémicas se extinguen no se encuentran en ningún otro lugar de la Tierra”, apunta Alonso.
Entre los impactos que produce esta especie se encuentran la hibridación, la transmisión de enfermedades, la depredación y la competencia con las especies nativas.
Un paper del investigador tucumano Carlos Molineri analiza la situación en el norte argentino y detalla que una patología asociada a este pez es la enfermedad de los remolinos, una afección causada por un protozoo (Myxobolus cerebralis) que provoca una disfunción en el sistema nervioso de los salmónidos y puede dar lugar a la curvatura de la columna vertebral. “Esto hace que los peces pierdan la capacidad de mantener una orientación adecuada, provocando que naden en un movimiento espiral (McDowall, 1990). La repoblación de truchas criadas en criaderos en el medio silvestre ha causado brotes de esta enfermedad en los Estados Unidos, amenazando a las poblaciones de peces silvestres”, sostiene el autor.
Desde la política pública, los investigadores creen que la especie no debe protegerse como si fuera nativa. El año pasado, por caso, la provincia de Salta publicó en el Boletín Oficial la veda de la pesca de la trucha: “Artículo14.- Trucha arco iris (Oncorhynchus mykiss)’. Se establece un período de veda reproductiva para la pesca de la trucha arco iris (Oncorhynchus mykiss) desde el 1 de abril de 2019 hasta el 30 de noviembre de 2019 inclusive, en los arroyos donde esta habite».
Para Alonso lo que habría que hacer es dejar que se extinga la especie. “Es un error establecer vedas o pesca con devolución. Estamos ante una de las especies más destructoras del mundo. Es necesario conservar nuestros ecosistemas que, de por sí, ya son muy frágiles”, indica.