Se trata de la mujer de Rosario de Lerma. Indicó que, tras ser aislada por la Provincia, regresó a la comuna donde completó la cuarentena en la casa de una tía. “Allí estuve sola, con mi prima”, aseguró. Agregó que temió “lo peor” cuando atacaron la ambulancia que la trasladaba.
La confirmación del quinto caso positivo de coronavirus en Salta, volvió a causar enojos y disturbios. Al momento del traslado de la paciente desde Rosario de Lerma al Hospital Papa Francisco, vecinos atacaron la ambulancias. Los asedios habrían empezado antes de que la mujer le confirmarán su diagnóstico.
La paciente de 29 años dialogó con El Tribuno quien expresó el mal momento que está atravesando desde que confirmaron su contagio y defendiendo su regreso a la localidad donde vive. «Yo no hice nada. Tenía que volver a mi hogar. Estaba trabajando en El Chaltén en un hotel, como mucama. En esa zona no hay coronavirus. Luego decidí partir hace un mes a Salta”, expresó al medio citado donde agregó que en el camino de regreso pasó “por Balvanera en Buenos Aires, ahí me quedé unos tres días hasta que conseguí transporte a Salta».
A esto agregó que su retorno a la provincia fue el día 27, donde al llegar al ex peaje Aunor la trasladaron a una casa de retiro ubicada en Castañares, detrás de la Universidad Católica de Salta. Recién el 20 de abril “logramos regresar a Rosario de Lerma y como me quedaban días para completar el aislamiento de 14 días, me trasladaron a una casita de mi tía en el barrio Islas Malvinas”, indicó.
“Allí estuve sola con mi prima que también cumplía aislamiento»
La mujer afirmó al matutino que, en todo este lapso de tiempo, estuvo sin salir de la vivienda, como así que el lunes llegó personal sanitario de la comuna (sin equipos de protección aparentemente) para realizarle un hisopado. Sin embargo al día siguiendo, el martes 12 “me llamaron por teléfono de Salud de la provincia y me dijeron que tenía coronavirus, que se me realizará otra prueba en siete días y que podía, por mi caso, realizar el aislamiento en mi casa, con control sanitario permanente”, rememoró.
Lo que vivió después, según relató, fue muy duro debido a cómo se viralizó su situación en la comunidad: «Sabían mi nombre, donde vivía y quién era mi familia. Fue horrible. Comenzaron a pasar gente por fuera de mi aislamiento gritando cosas”. Esa misma noche, cuando llegó personal de Salud para su derivación al Htal. Papa Francisco llegó una turba al inmueble. «Nos arrojaron piedras cuando salíamos. A mi prima una pedrada le pasó cerca de la cabeza (…), tuve miedo de lo peor cuando nos sacaron del barrio, pensaba que moría«, lamentó en su charla con el diario.
“Me trataron como un delincuente. Solo fui a trabajar afuera y me contagié”