La historia del Gauchito Gil cuenta que murió un día como hoy, 8 de enero de 1878 a cuatro leguas de Mercedes, Corrientes, hace 142 años.
Sus verdugos fueron un grupo de policías que lo debían trasladar a los tribunales de Goya, pero que decidieron ejecutarlo en el camino. A Gil se lo acusaba de desertor y matrero, pero en el fondo su delito era otro: los peones y campesinos de la zona lo conocían como a un justiciero que protegía al débil, aliviaba al enfermo y vengaba a los humillados. Sus enemigos lo consideraban un temible expropiador y un curandero capaz de enamorar o paralizar con la mirada.
Tal vez lo fusilaron, o lo degollaron colgado por los pies de un algarrobo.
Antes de morir, le dijo al sargento que lo ejecutaría: «No me mates, que te va a llegar una carta que dice que soy inocente«. El verdugo respondió: «No te vas a salvar» y el Gauchito dijo: «Cuando llegue la carta vas a recibir la noticia de que tu hijo está enfermo y morirá; rezá en mi nombre y tu hijo se va a salvar».
Después de matarlo, el sargento volvió a su casa y encontró a su hijo enfermo. Rezó por él al Gauchito Gil y su nene se curó.
Desde entonces, el lugar donde murió el Gauchito se convirtió en santuario de peregrinación. Allí, año a año miles de personas se acercan para rendirle homenaje y dejar sus ofrendas: oraciones, velas y cintas rojas.
Pero no es el único templo. Los devotos fieles del Gauchito Gil ya diseminaron otros miles de santuarios por las rutas del país, desde Jujuy hasta Ushuaia.
Cuestión de fe
Salud, dinero, trabajo, amor o hasta un milagro, lo promeseros creen que el Gauchito Gil todo lo concede. Mito o leyenda, en su provincia natal se lo venera desde hace más de cien años y el culto se extendió al resto del país.
Por haber sido liberal, el Gauchito Gil es identificado con el color rojo. Por eso los devotos llevan banderas de ese color y le ofrendan velas, flores, cruces y frutas.
Para hacerle un pedido al gauchito, se escribe en una cinta roja lo que se necesita y se la deja por la noche sobre la rama de un árbol, de un alambrado o en un palo clavado en la tierra.
También los creyentes encienden una vela colorada y, con la cinta del mismo color a modo de rosario, se le reza una oración. Hay personas que le encienden una vela colorada en un cruce de caminos y hacen el pedido.
Dicen que, si vas por la ruta y te cruzás con un santuario del gauchito, tenés que tocar la bocina para saludarlo.